En esta ocasión, hacemos un alto en el camino del mundo de la moda para enfocarnos en otro maravilloso arte: la fotografía. Más concretamente la transgresora fotografía de Hugh Holland quien sería testigo y cómplice del movimiento skateboarding de los 70 en California, que se convertiría en un fenómeno de masas.
Basado en la filosofía de ‘Vive el momento’, Hugh Holland colocó el objetivo de su cámara en el movimiento que deambulaba por las calles de los 70 en California, cuando los jóvenes skaters salían a tomar acción.
Aquella época, asolada por grandes y prolongadas sequías, produjeron que piscinas y zanjas se vaciasen, dejando espacio a los amantes de los patinetes, para deslizarse libremente sobre ellas, realizando todo tipo de saltos y movimientos.
Así, el skateboard fue tomando forma y convirtiéndose, día a día, en una forma de vida. Una nueva cultura estaba germinando, y los primeros brotes comenzaban a surgir de la mano de nombres como Jay Adams, Peggy Oki, Chris Cahill, Tony Alva, Nathan Pratt, Bob Biniak, y Stacy Peralta.
Con el paso del tiempo, la práctica ya no se localizaba únicamente en algunos puntos aislados de la California de los 70, sino que, empieza a tener más adeptos. De esta manera, cámara en mano, Holland comenzó a recorrer todos aquellos lugares en los que se practicaba el arte del skateboarding. El Valle de San Fernando, Venice Beach, Baja California y San Francisco, fueron testigos del vertiginoso ritmo que tomaban las fotografías de Holland, y de su destreza para captar movimientos imposibles.
Así, durante más de tres años, el artista recopiló miles de instantáneas de la escena emergente de los Estados Unidos de la época, pudiendo reflejar a todo color y detalle la sociedad, juventud y estilo de vida de aquel momento.
Left Turn Only, Orange County (No.58), 1975. © Hugh Holland y M+B Gallery.
Torsiones imposibles, esfuerzo, destreza, puestas de sol, caídas… todo ello quedaría enmarcado en sus obras, que reflejaban lo que, para muchos, sería la etapa más rebelde de su juventud.
Pero, los colores no siempre han sido los protagonistas de las exposiciones fotográficas de Holland. El artista, que comenzaría a pulsar el botón de su cámara como un pasatiempo, hizo de su hobby su profesión y a día de hoy, consigue llenar aforos gracias a sus exposiciones fotográficas también en blanco y negro.
Silver. Skate. Ha sido y es uno de los trabajos más reconocidos del autor, donde, además del movimiento skateboarding, Holland invita a reflexionar sobre la importancia del arte, el deporte y el bricolaje.
Vivir el momento, patinar, no mirar atrás y destruir
Todo lo que envolvía al mundo del patinaje tomaba un cariz clandestino e improvisado. No había espacio para publicidad o patrocinadores. Un aire de misterio e intimidad envolvía lo que, en aquel momento, era toda una revolución también en la música de la época.
Sin embargo, el movimiento skater que surgió a partir del 78, comenzó a inspirar y sumar adeptos que se inspiraban en los movimientos del patinaje para crear piezas musicales. Así, junto a la consolidación del punk, con sus bandas de Los Ángeles o San Francisco, el skate y su riesgo fueron los impulsores del famoso estilo musical hardcore bajo el lema:
“Vivir el momento, patinar, no mirar atrás y destruir”
De manera simultánea, mientras el movimiento del skateboarding sumaba adeptos en los Estados Unidos, la fama del hardcore subía como la espuma. Revistas como la famosa Skate Punk Magazine o The Faction y recopilatorios, en torno a una nueva corriente que era ya imparable.
La lista era cada vez más larga y unos adolescentes inspiraban a otros, creando bandas de hardcore a lo largo y ancho del país. Los hardcore kids no dejaban de componer, escribir fanzines y montar conciertos con su estética casual y su amado monopatín bajo el brazo.
Con los años, este movimiento evolucionaría hacia el crossover (mezcla entre el punk y el trash metal), con DRI, las reivindicaciones de Gang Green, padres del hardcore + skate + beer o los Suicidal Tendencies.
Aunque, en todos ellos se deja ver la esencia del movimiento skateboarding, poco queda ya de aquellos jóvenes fotografiados por Holland, que rodaban sobre piscinas vacías de la costa oeste, San Francisco o los Ángeles, en un estilo salvaje y desenfadado.
Por fortuna, todo ello ha quedado reflejado y documentado en el libro del autor titulado Silver, capaz de transportar a sus lectores a la California de los 70, donde los skaters ‘suicidas’ que inspiraron a una generación de hardcore kids y punk rockers.
Como ocurre con las mejores historias, la sincronía y el destino quisieron que Holland se topara en su vida con el movimiento skateboard, y el skateboarding en la vida de Holland, conformando una pareja que durará eternamente.
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Y no solo nos hemos quedado en esas imágenes de California, también en lo que fue y será siempre parte del alma de California, esas piscinas vacías convertidas en improvisados skateparks, juventud, música a todo volumen, espíritu aventurero, diversión, puestas de sol en veranos sin fin…
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